lunes, 21 de enero de 2013


Mi tierra no es de primaveras.
En el desierto se vuelven grises
hasta los verdes más pintados.

Mi tierra es de otoños.
En ellos estallan los colores
y la mirada no alcanza
para guardar tanto naranja
tanto rojo y amarillo.

Parece que la vida
se vistiera de fiesta
para ir a morir.
Así es de rara mi tierra.

Linda de adioses y despedidas
pero no de tristezas.
Son adioses coloridos,
llenos de vida.

Quizá por eso
no puedo quedarme quieta.
Siempre de un lado a otro
sembrando cariños
para luego partir.

Ya la nostalgia y el amor
se encargarán de regarlos
de tirar hacia abajo las raíces
para que lleguen hasta lo más hondo.

Donde sólo está el corazón.
Donde sólo quedan
los amarillos, los rojos, los naranjas
y el otoño de mi tierra.