Tengo el alma
tan poblada
de voces, de acentos,
de tonadas.
También hay voces mudas,
que no pudieron salir
o que no alcanzaron
a pronunciarse.
A las primeras
les presto el oído.
A las segundas,
ofrezco mi boca…
Y vamos todas juntas,
somos casi un pueblo.
Bello y colorido.
Lleno de magia y encantos.
No todos nos conocemos,
pero sabemos
que somos la misma estirpe:
Casa de la alegría.
Licy Miranda
© 2019
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